Adopción de seres vivos

El deseo de evitar el matrimonio entre homosexuales parecería originado por el terror a despertar al homosexual que sus corazones encierran y cuya debilidad podría ser evidenciada si se es expuesto a la cotidiana observación de lo que al prójimo tan magnánimemente "le permitimos" hacer de su propia vida.

Se entiende que una pareja homosexual desea legalizar su matrimonio para ceder la protección económica y legal que este modo de producción y [des]organización social, egoísta, privativo y voraz, orilla a las personas para con sus seres queridos.

¿Pero qué es la adopción?, ¿es a caso tan auténtica la lucha de las parejas homosexuales para adoptar como lo es su lucha por el matrimonio?, de manera análoga al "derecho a donar sangre", ¿no es ya un capricho por obtener un estatus ante la sociedad y se está utilizando a los infantes como una mera herramienta para cumplir dicho capricho social más allá del verdadero bienestar de los niños?

Me parecería que la lucha de los homosexuales por adoptar es una lucha por ellos y no por los niños abandonados. No parece que estén abogando por el derecho de un niño a ser adoptado, sino por el de ellos a adoptarlos, a tener acceso a más. Francamente también las parejas heterosexuales utilizan a los niños en muchas ocasiones para "tener un matrimonio normal", "un matrimonio como el de los demás", pero en el segundo caso el impacto psicológico en el infante es bastante menor. Y alegar que sólo las primeras generaciones de niños adoptados van a padecerlo hasta que se normalice es, insisto, utilizarlos y verlos conscientemente como carne de cañón.

Si el deseo por el bienestar de los niños es auténtico, nos interesará que sus situaciones de violencia y de calle no vuelvan a ocurrir. La esterilización forzada a adultos con evidente grado de incivilidad es una opción por la que nadie protesta en marcha alguna. Pareciera que el abandono de niños es redituable para que parejas homosexuales y heterosexuales que no pueden tener niños dispongan de una alternativa para "no quedarse atrás" en la carrera del "ser y parecer" en una sociedad llena de apariencias y frivolidades. A nadie convendría entonces que dejara de haber niños en abandono porque entonces los homosexuales tendrían que recurrir a trucos heterosexuales, y las parejas heterosexuales tendrían que recurrir a trucos poligámicos, para poder "adquirir" una criatura humana como si fuera una mascota y cumplir así el capricho de la sociedad. En ambos casos terminarían necesariamente convirtiéndose en eso que pregonan que no son.

La propia "adquisición" de una mascota es algo aberrante que demuestra el grado de enfermedad que el materialismo ha engendrado en las mentes de la mayoría adulta inmadura. El verdadero y desinteresado amor lo otorga mi vecina de enfrente, que alimenta a las palomas y a los perros callejeros, sin desear arrebatárles a éstos su libertad, sin ataduras. Podrían no volver y no habría penalidad legal alguna, porque de inicio no hubo el contrato de obligaciones que los que no saben amar necesitan. Al atrapar a cualquiera de esos animales sin pensar en cuál es la relación más provechosa con ellos, sólo para exhibirlo como "una adopción", se le está utilizando egoístamente y se está amándose así mismo, no al animal. Lo mismo ocurre cuando sacamos a una planta de su hábitat para trasplantarla en el nuestro, siendo que se encontraba en perfectas condiciones en el suyo y ese ser de aspecto tan bello no requería cuidado alguno de un ser de aspecto tan ordinario como el nuestro.

Homosexuales y heterosexuales que sinceramente se preocuparan por los niños y no por sus propias causas estarían peleando por evitar que haya embarazos no deseados, pero además de los beneficios que esperamos obtener de la situación y que fueron enunciados anteriormente, somos demasiado cobardes para siquiera sugerir soluciones firmes que atenten contra los "derechos" reproductivos de los adultos en favor de los Derechos Humanos de los niños.

Suponiendo que toda la sociedad comenzamos a formularnos como meta suprema que no existan niños en situación de abandono en un futuro lo más próximo posible, seguiría restando el tema de cómo ayudar a los que ya existen en situación de calle hoy (pero insisto, teniendo como meta seria que deje de haber niños abandonados cuanto antes). El apoyo desinteresado a estos niños, y en este caso me dirijo especialmente a los homosexuales, no estaría condicionado a un prepotente: "sólo si me llamas papá".


Lennarth Anaya, 2016

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