Paternidad

Dice José "ya, ya tuvo su hijo el Manolo".

-Ya lo tuvo-, el evento que obligadamente debe ocurrir, para cada ser humano, ha ocurrido. Su inevitable destino al fin ha llegado, sus ciclos obligatorios marchan según lo esperado. Hasta los homosexuales, que no pueden engendrar con sus amadas parejas, se envuelven de la poderosa cultura del "debiera ser" y desean, como todos, cumplir con el requisito que da significado a la existencia en sociedá' del individuo, hasta del más desencajado y rebelde, para tener una posición.

"Queremos tener hijos", dice una pareja, de heterosexuales u homosexuales, fingiendo que tienen poder de decisión, para indicar que ya aceptan "el paquete".

Me parece aberrante que un humano se vea obligado a tener, al fin, hijos de su propiedad, cediendo ante una presión que ni entienden. Faltos de amor y humanismo, no se trata de cuidar de otro más joven y vulnerable, es indispensable el sagrado título ante la sociedad.

Aunque soy consciente del poder de la herencia genética, nadie está actuando por mejorar la especie, es evidente que sólo buscan darse un significado. Porque incluso un humano que no tenga los genes propios puede mejorar con un poderoso y firme ejemplo y mejorar la genética de su descendencia y devolver amor, pero no nos interesa eso si es propiedad de alguien más. Mejorar no está en el vocabulario de la muchedumbre, sólo actúan sin pensar, imitando los shows que ven e imitando a los vecinos.

Actuar sin pensar e imitar, ése va a ser siempre el problema y la razón por la que necesitan líderes y tiranos que les estén planificando la vida y no aspiramos más que a ciclos de cambio de mando sin progresos reales mentales.

Lennarth Anaya

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