Gente dejada

Bajo un entendimiento monogámico y de honestidad, una persona que elige a otra, está explícitamente descartando a todas las demás del planeta. Está asumiendo que, aunque obviamente podría haber más personas con quien se pueda entender y le gusten mucho visualmente, la persona elegida está a suficiente nivel que todas esas personas como para no necesitar penosos arrepentimientos. Por lo tanto me resulta una bajeza chantajear a las personas, en especial a los varones, con que deben aceptar madres/padres solteros. Incluso me parece boba la imagen machista del mujeriego que se mete con mujeres casadas. En ambos casos la persona soltera se estima tan poco que no le importa ser un plato de segunda mesa, la pista número dos del circo para que la gente se entretenga cuando el show de la pista número uno le aburre un poco. Los hombres pasaron de ser los machitos ventajosos que nunca pierden, a ser los burritos de carga siempre disponibles cuando las hembras les chisqueannlos dedos como si fueran perros.

De ninguna manera metería yo en la misma categoría a las personas viudas, quienes no cometieron ninguna negligencia intelectual o emocional y merecen, si así lo desean, una segunda oportunidad para encontrar compañía. Aunque recalco que no estoy diciendo que sea indispensable dicha compañía para vivir en plenitud.

Cómo mencioné al inicio, estos juicios de valor carecen de sentido cuando la gente es honesta y se reconoce así misma como polígama y lo hace saber a sus parejas.

Finalmente, la gente deshonesta y falsa ni siquiera merece consideración sea cual sea su estilo de vida.

Lennarth Anaya

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