Economía Barata

Federico está regateando para recibir un mejor precio en la tienda X, de la cual Carlos es propietario, quien a su vez se ve forzado a regatear a todos sus proveedores para soportar los bajos precios que tiene que ofrecer a todos sus clientes que, como Federico, regatean en su tienda.

Pero Federico, quien es programador, también es alcanzado por el círculo económico en el que participa y también es regateado, por lo que percibe menos de lo que le gustaría para poder dedicarse a sus proyectos enteramente y se ve obligado a aceptar un mayor trabajo para elevar esos ingresos; con lo que obviamente dedica menos tiempo y esfuerzo a cada proyecto, mermando la calidad de cada uno de ellos.

Esa mala calidad se ve reflejada en la economía entera de esa sociedad, enfrascada en conseguir más trabajo qué facturar, que en el desempeño óptimo del mismo.

La mala calidad se convierte entonces en un estándar, "es lo que puede uno esperar por ese precio", y aún cuando haya quien desee romper el círculo demandando mayor calidad ofreciendo un pago justo, ya no será posible pues la calidad es un hábito y el mismo se pierde en una economía barata. Luego entonces, una persona que remunera bien los trabajos que recibe, seguirá recibiendo la misma mala calidad pero a un precio más alto, mientras que los proveedores continuarán con la inercia de buscar más trabajo para adquirir más ingresos y volverse más ricos que el resto, pues el trabajo ya resulta irrelevante, el ingreso es lo único que se persigue.

Estos nuevos ricos, quienes podrían reflejar una ligera mejora sobre su competencia después de ver incrementados sus ingresos, seguirán con el mismo vicio de regatear al resto e incrementar sus ganacias, presionando particularmente a las clases menos favorecidas, en especial a quellas más trabajadoras de origen rural y revendiendo sus mercancías a precios bastante más elevados, sin la intención de jamás dejar de regatear a todos sus proveedores o empleados ni siquiera en un futuro lejano.


En una empresa que tiene una máquina expendedora de refrescos para sus empleados, el proveedor sólo necesita abastecerla cada 15 días debido a que las personas sólo adquieren el producto cuando tienen una sed sensible. Sin embargo, cuando el refresco es cortesía de la empresa en determinados eventos, las máquinas se vacían en un solo día, porque las personas adquieren el producto incluso cuando ni siquiera lo necesitan realmente, sólo por ser gratuito. Lo mismo ocurre en las comidas que paga la empresa, la gente come hasta casi vomitar, pero cuando el costo sale de sus bolsillos, la ingesta se realiza con moderación.

Este escenario refleja la vileza de lo gratuito, que matemáticamente se puede convertir en devastación de las empresas, gobiernos, y el planeta.

Es por ello que veo con muy malos ojos la Seguridad Social (healthcare en inglés, más descriptivo en mi opinión, para personas que le llamen de otra forma en español). Una frase típica en fin de año es que las personas se atascarán de comida y bebida, y se curarán con sal de uvas; siendo que no existe ninguna necesidad ni placer en dicho atasco, pero es algo que hacen "sólo porque pueden". Por supuesto, exento de estos casos a aquellos que cuyas enfermedades no fueron causadas por negligencia.

La educación, por su parte, al ser más una inversión, que un gasto, al traer cosas tan positivas y pocas tan negativas, al requerir de los estudiantes un esfuerzo mucho mayor que el que aquel descuidado que se enferma por sus malos hábitos, debe ser gratuita o al menos de libre acceso, fortaleciendo la economía y el estado de bienestar del resto, combatiendo el fenómeno de las economías baratas.

Las economías baratas son aquellas en que la gente consume más de lo que necesita y ofrece lo menos posible al sistema con su trabajo, generando malestar general y vicios difíciles de superar para los pocos que intenten romperlos. Aunque se entiende la intención del control de precios en productos de la canasta báscia, energía y transporte, ni siquiera debimos ser tan estúpidos para propiciar las condiciones en que nuestra seguridad alimentaria y energética esté en manos de unos cuántos, o permitir el monopolio del transporte, oficial o extra-oficial.

La economía de gente de calidad es aquella en la que las personas hacen lo mejor que pueden y consumen sólo lo que necesitan, no se enferman o embarazan "sólo porque pueden", o "sólo porque si los ricos pueden, ellos también". En una economía de calidad la gente no está persiguiendo el ingreso, sino que éste es un reflejo de lo que hacen, por ello se enfocan en hacer cosas que les gusten. De la misma forma que un restaurant florece aún cuando el resto de los ciudadanos están todos habilitados para cocinar su propia comida, el resto de la economía debe estar basado no en la imposibilidad de la mayoría de producir u ofrecer cualquier producto o servicio, sino en la preferencia de cada individuo de ofrecer el que más le llame la atención y adquirir el resto de los demás, pudiendo todos autosatisfacerse completamente en caso de que algún malsano intente inyectar malas prácticas en su economía y deba el resto producir sus propias cosas en lo que la sociedad asimila o expulsa al agente económico contaminante, gubernamental o particular, lo cual requerirá algún esfuerzo de todos, mismo que la propiedad privada no debería alienar.

Por ello cada vez repudio más lo gratuito, o lo cercano a lo gratuito, sin perder de vista lo alieante que puede ser la propiedad privada ilimitada.

Lennarth Anaya

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