Miseria mental

Mientras más miserables nos sentimos, más propensos a comprar (cualquier cacharro inútil) que a vender somos, alivio efímero inexcusable que convierte a los pobres de mente en acumuladores.

Una vez auto catalogándose como una determinada clase social, comúnmente procurará mercados de aproximadamente esa misma clase social. Un carpintero suele pensar que no vale la pena mejorar demasiado la calidad de las bisagras o las uniones que emplea, pues está acostumbrado a que sus clientes comunes valoren más el menor precio posible, un producto que con cierto esfuerzo puedan mantener funcionando por ellos mismos en caso de falla, que un producto más duradero; en vez de atreverse a buscar mercados más exigentes pero también más redituables.

Lennarth Anaya

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