Gobiernos, gasto público y deudas

Una persona responsable de un proyecto, con un presupuesto finito, puede hacer cualquier cosa que convenga al proyecto, siempre y cuando sea legal y moralmente digno. Esos incentivos que tienen un costo, como días de descanso adicionales en compensación, premios, viajes, no pueden superar el presupuesto, de lo contrario habría sido mejor no iniciar siquiera el proyecto. En ocasiones las empresas aceptan pérdidas en un proyecto inicial, como una inversión a futuro para demostrar a un cliente las capacidades del equipo y adquirir su confianza para ser consideradas en proyectos futuros. Tarde o temprano es necesario superar ese déficit o, insisto, no habrá razones para que las personas involucradas en los proyectos deseen seguir participando.

Existe una ideología político-económica cuyos representantes y seguidores afirman que la intención de los gobiernos no es generar ganancias, sino velar por el bienestar de su población. Hasta ese punto no me generan descontento hasta que extreman su postura al grado de incluso sugerir que son aceptables pérdidas económicas, números rojos o, en otras palabras, deuda.

Esto es un problema porque implica que alguien o algo en el sistema está aportando un exceso que alguien más está consumiendo. Adoptar esa política sin mayor consideración terminará siendo injusto con alguien.

El tema es delicado pues entiendo que hay vidas de por medio, me centraré más en los excesos, que en los temas de vida o muerte. El caso más cruel de éstos, que me viene a la mente, son los países africanos en los que tal vez la tierra no sea propicia para el cultivo. Una nación civilizada donaría tecnología y conocimiento para paulatinamente apoyar a esas personas sin generarles deuda, aunque también entendiendo que dicho apoyo debe ser un impulso para que las personas por sí solas, en adelante, puedan sostenerse, más que un asistencialismo perpetuo. Prefiero no plantearme la situación de ser un funcionario del país en desgracia, sabiendo que nadie me prestaría sin esperar en respuesta que pague de forma desproporcinal esa deuda.

Pero enfocándome en la situación de países con mejores condiciones climatológicas, como latinoamérica, no me parece aceptable el endeudamiento de los gobiernos. Por qué se rehúsan las personas a reconocer que la economía no está proporcionando lo suficiente para tantos y optar por la prudencia reproductiva?, ¿por qué no reconocen esos ciudadanos a reconocer que no están siendo suficientemente productivos y necesitan disminuir su consumo?, ¿por qué prefieren endeudar a sus futuras generaciones con los problemas que hoy tenemos sin su consentimiento (lo cual debe ser ilegal) y a cambio, confiar en que las mejores opciones que les heredemos sean suficiente estímulo para que puedan ellos liquidar la deuda que sin su consentimiento, adquirimos en su nombre y con su co-participación implícita?

En cuanto a generar superávits, eso le permite a los gobiernos, organizaciones e individuos, invertir en actividades más allá de la subsistencia, como la exploración espacial; la conservación de la flora, la fauna y el lecho marino; la inversión en el desarrollo de la infancia en otros países; tecnología; etc. Posicionarse así mismos como un ente incompetente, incapaz de ser un apoyo para el planeta y estar enfrascados en una eterna lucha por sobrevivir "a duras penas" * y jamás detenerse a meditar la forma de romper ese ciclo vicioso y entender qué es lo que nos tiene inmersos en él para realizar acciones correctivas es inútil. Exigimos que lps goniernos incurran en un gasto social, pero no lo vemos como una inversión para que nos impulse, sino para mantener nuestro estado y comfort.

Ello no justifica el recorte en gasto social para pagar las deudas de los poderosos, el rescate de los ineptos empresarios y, principalmente, banqueros, que deberían formar parte de la base social menos afortunada y que, sin embargo, se encuentran conque "ellos sí pueden tener pérdidas".

El endeudamiento es algo diabólico, tanto para el que se endeuda, como para el que presta. Es un acuerdo que debe ser tomado con mucha responsabilidad por todas las partes, jamás debe ser posible endeudarse en nombre de alguien más, y debe ser finiquitado a corto plazo por el bien de ambas partes. Es una traición no liquidar un adeudo a alguien que nos confió el resultado de su esfuerzo con la excusa de que es un usurero ojete, o con la excusa de que le sobra; pero también es una traición al sistema mismo dedicarse a las ganancias basadas en préstamos con interés, sin aportar materia intelectual o fuerza de trabajo al sistema y todavía presionar a los productivos que sí lo están haciendo y que aún así se encuentran en una conveniente carrera loca por alcanzar a pagar una vivienda y medios de transporte y educativos meticulosamente estimados para depender del sistema financiero.

Es verdad que los gobiernos no son empresas concebidas para lucrar, luego entonces no deberían ser organizaciones sujetas de crédito, y menos cuando por su naturaleza no es posible consultar y comprometer a los individuos específicos, y nadie más, al cumplimiento del adeudo. Si no le alcanza, no lo compre, a menos que le haga a usted tangiblemente más prodictivo **

Lennarth Anaya

* En México se emplea el término "a duras penas" para referirse a algo que apenas puede lograrse con mucha dificultad.

** Aclaro que este pensamiento me cuestiona mi propio comportamiento. El que yo mismo sea un estúpido no significa que, por conveniencia, haya que callar y evitar poner el dedo en la llaga, en contubernio con otros que también son imperfectos y a manera de trueque nos concedemos nuestras fallas y creamos una bola de nieve de vicios que nadie quiere reconocer.

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