[digna] apología a la Democracia

"Nunca se ve mayor armonía, mayor consenso que cuando hay menos democracia. Son las dictaduras las que son expertas en producir masas de niños cantando, sin perder la nota, las loas del régimen. Son las dictaduras las que provocan —por un tiempo, en cualquier caso— la mayor e incuestionable lealtad al líder, el mayor optimismo sobre la dirección del país, la mayor armonía entre las élites y la plebe. Mientras más personas están de acuerdo sobre lo que se debe de hacer, de dientes para afuera o en las tinieblas de sus corazones, menos democracia existe.
La democracia es desordenada, caótica y francamente irritante. Exige que toleremos a completos imbéciles y dediquemos horas a refutar las idioteces que les tomó minutos expresar. Exige que respetemos a personas con las que no nos sentaríamos a comer en paz, a las que no invitaríamos a nuestras casas, a las que les escupiríamos en la calle si todavía se estilara eso. Y peor, exige que vivamos en la incertidumbre permanente: sin soluciones fáciles y obvias, sin edictos científicos incontrovertibles —nadie cree más en la contundencia de la ciencia que el que no la conoció ni en la primaria— ni soluciones elegantes de ingeniería social. Para quienes ven el mundo como un problema a resolver con el poder de sus sobrados intelectos, no hay peor cosa que la democracia. Para quienes viven convencidos de haber encontrado una verdad que no había encontrado nadie antes que ellos, la democracia es el infierno. Para quienes piensan que nunca pueden equivocarse, la democracia es la némesis que explica sus enormes fracasos y que los persigue hasta el final de sus días, dedicados a rumiar que todo hubiera funcionado perfectamente si tan sólo pudieran haber hecho las cosas a su manera, si no se les hubieran atravesado los que no comprendían el genio de sus grandes planes.
La democracia es también, por supuesto, caldo de cultivo de oportunistas de poca monta. Premia a los que pueden explotar la coyuntura, a los que miden el tiempo en el número de adversarios que pueden arruinar. La democracia celebra a los más carismáticos y hunde a los que se pretenden más reflexivos pero al final, simplemente resultan insoportablemente tediosos. La democracia no espera a que una idea se debata hasta la muerte. Como la fortuna, la democracia favorece a los atrevidos —incluso si son completamente idiotas— y hace un lado a los que pregonan cautela ante peligros reales o imaginarios. Incluso en sus mejores días, la democracia puede condenar a inocentes a muerte y entronizar sociópatas."

No puedo transcribir más, pero puede usted leer más, o seguir a los autores en Twitter.

- Jaime López Aranda T @jaimelat
  Animal Político @Pajaropolitico

Comentarios