La zanahoria

 Un viernes por la noche, feria de Jiutepec, Morelos, México; los líquidos encharcaban las calles, presumiblemente cerveza en la mayoría de los casos. Vasos desechables de cerveza con el logotipo de las marcas patrocinadoras tirados a montones por todas las calles aledañas al pequeño zócalo de la ciudad. Los botes de basura atiborrados de los mismos vasos y otros desechos me complicaban la labor de depositar mi vaso en uno de ellos. Un amigo de la India, a quien considero muy inteligente, me pregunta que por qué hago tanto esfuerzo si estoy viendo que de igual forma podría tirarlo en la calle y no habría gran diferencia.

 De manera análoga, un colega se mofa de que en ocasiones olvido llevar recipientes, que se supone que son desechables, de mi casa a la tienda para comprar comida preparada y evitar darles ese uso desechable. Me recrimina que mi acción aleatoria, porque a veces olvido los recipientes y termino trayendo nuevos, es inconsistente y no hace diferencia.

 Intento meditar razonamientos pero no puedo evitar verlos como excusas para evitarse el esfuerzo de hacer su parte "porque de todas formas no va a servir de nada". Me ha costado trabajo entenderlos porque nuestros pensamientos parten de bases distintas. Mi pensamiento es progresivo y exponencial, mientras que el de ellos se basa en el resultado inmediato. Sin afán de ofender, ni de reprimir mi opinión, es un pensamiento similar al de las ratas adiestradas a las que se les enseñó a no mover una palanca a menos que haya una galleta de recompensa. El adoctrinamiento Capitalista que buen provecho saca de nuestras mentes, maleables durante la infancia y estáticas durante la adultez.

 Quisiera encontrar más locos que hagan las cosas porque sí, artistas en las calles o deportistas extremos en las sierras. Reporteros y escritores que cuestionan sin compromiso alguno, activistas que tienen otros trabajos distintos a aquellas actividades a las que dedican tiempo libre sin necesidad de recibir un premio por portarse bien. Es aburrido que las mayorías sean tan simplistas, que haya tantos ingenieros estudiando para hacer mucho dinero, doctores sinodales procurándose una imagen cual play boys...

sólo porque sí, sólo porque sea lo correcto, sin un burdo premio.

Lennarth Anaya

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