Preferencia Sexual

Un tipo de un grupo de hombres le dice a otro que va pasando: "qué, ¿muy carita?", leyéndose entre líneas: "me gustaste, pero somos machos los dos, entonces eres competencia y me puedes dejar sin hembra". Lo mismo ocurre entre mujeres.

En una camada de perros, una cachorra intenta montar al resto, hembras y machos, a pesar de que no tiene pene. Este comportamiento es el mismo que manifiestan algunos niños, incluso llegando a edad adulta, provenientes de familias de nivel cultural muy bajo, y lo manifiestan en forma de chistes sexuales y homosexuales en el que aquel que "pierde" va a ser montado y el que gana hará función de macho.

Una mujer, declarada por sí misma como lesbiana, ve a un hombre y éste le parece atractivo pero, como se supone que es lesbiana, no debe dar rienda al sentimiento y lo ignora. Lo mismo pasa con una heterosexual cuando ve a una mujer atractiva, o entre hombres, como se comentó en el primer párrafo.

En una pareja homosexual, alguna de las partes debe fungir y fingir el rol de macho y la otra parte la de la hembra, con posibles intercambios.

Mujeres y hombres fuimos ambos amamantados por nuestras madres, por lo que no me parece tan descabellado que a las mujeres también les quede algún residuo del gusto por el pecho femenino, aunque tal vez las hormonas le opaquen ese gusto a la mayoría y su impulso por ofrecerlo sea mayor.

El recto no es un órgano sexual en ningún caso, ni masculino, ni femenino; tampoco lo es la boca, por lo que los términos "sexo oral" y "sexo anal" son alias utilizados para sobreentender qué partes del cuerpo una de los involucrados está empleando para producir placer en el órgano sexual de la otra de las partes. Entonces, si el recto no es órgano sexual, en la relación sexual que tengan dos machos existe un componente de simulación, aunque haya placer, uno de ellos no emplea un órgano sexual. En la relación sexual entre dos hembras es más evidente el componente de simulación de una de las partes.

Los órganos sexuales responden a determinados estímulos que son complementarios entre hembras y machos y se requiere simulación para realizar una relación homosexual, aunque es comprensible que las hormonas dominantes jueguen un papel importante en la supresión de los estímulos de los órganos sexuales provocando que éstos tengan menor peso para el individuo homosexual, como ocurre con la suposición de que la hembra prefiera dar pecho, que recibirlo.

A la mayoría de las mujeres heterosexuales les gusta la fisonomía del varón promedio, nada expectacular, con un poco o mucho exceso de grasa, pudiendo tener pectorales similares a los de una mujer de busto pequeño, siempre y cuando tenga un pene; algunas pocas simplemente no aceptarían a un hombre que no tenga la espalda más ancha y pectorales fuertes y firmes, distintos a los de una mujer y abdomen marcados. Análogamente, existen hombres que no se sentirían atraídos por una mujer, aunque tenga vagina, si a ésta no se le forman bien todas las curvas del cuerpo que le fueron enseñadas que una mujer sana y ejercitada tiene y que la distinguen de manera unequívoca de un hombre. Estas personas que gustan de cuerpos atléticos podrían no dar importancia a las facciones, en tanto que otras sí. Entonces hablo de lo que podría denominar, para otorgar un rápido contraste con otras preferencias, como "grados de heterosexualidad". Como ejemplos simplistas, una mujer heterosexual es más heterosexual que otra si en su elección de hombre no interviene el factor económico, sino meramente el físico y fisiológico en su elección; y es más heterosexual un hombre que otro si en su elección sólo importa que la contraparte tenga vagina, sin importar su belleza o fealdad; y así para todas las combinaciones de género, preferencia sexual y condicionamiento social, la elección es una preferencia.

Por tanto, concibo el término "preferencia sexual" como el más adecuado para definir a la homosexualidad, a la bisexualidad, y hasta a la heterosexualidad. Es mi derecho como individuo pensante no creer en las explicaciones médicas y religiosas que señalan que dicha preferencia es una condición ineludible y que el factor mental y educativo no tuvieron peso en el individuo.

La elección es respetable siempre y cuando  se mantenga una actitud púdica y respetuosa hacia los drmás, sin acosar a ningún individuo que no sienta atracción recíproca. Es por ello que me parece repugnante la insistencia que un individuo deba ejercer sobre otro individuo de preferencia sexual coincidente, aún siendo exitoso, porque genera el antecedente de acoso de otros observadores sobre otros individuos de mente más estable (que no necesitan ser insistidos para saber desde el principio lo que desean) que de verdad no desean ser molestados.

Es imperante el castigo social y, si la falta es grave, físico, a exhibicionistas, acosadores y sobre todo violadores, que están trasgrediendo los límites de su preferencia sexual afectando a quienes no tienen por qué ser afectadas por las mismas si no lo desean. Las personas que engañan a sus parejas merecen la pena del abandono y resarcimiento de daños a infantes involucrados, pero no más, pues no están forzando a nadie a hacer algo que no quisieron y no necesariamente engañaron con dolo a la pareja formal a creer que eran de fiar, por lo que la culpa recae también en la pareja al no tener la inteligencia de elegir adecuadamente y, si no hay infantes involucrados, la traición será dolorosa en la medida de la fuerza mental del engañado.

Lennarth Anaya

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