Ciencia como religión, parte II

Es impráctico tener que razonar todo lo que hacemos, hasta lo más simple, es natural y eficiente hacer cosas casi en automático, tendiendo al menor grado de conciencia, habiéndolas dado por asentadas por adelantado. Las personas con menor capacidad intelectual tienen aún menor propensión al razonamiento, por lo que este comportamiento en automático cubre casi la totalidad de su existencia. Por esta razón tienden más a creer que a razonar y la ciencia les ayuda a llegar más lejos y hacer más sin necesidad de entender a cabalidad lo que está haciendo.

La intención de la Ciencia es establecer como absoluto un conocimiento basándose en la obtención de resultados consistentes repitiendo un experimento manipulando determinadas variables que fueron consideradas durante la hipótesis.

El absolutismo SÍ EXISTE, la naturaleza y sus reglas son absolutas, de otra forma ni la propia naturaleza sabría qué hacer, qué paso sigue. Pero sus variables tienden al infinito y su desinterés por tenernos al tanto cada vez que idea nuevas variables hace que el ser humano parezca un loco autodenóminándose como poseedor del conocimiento total de ese absolutismo.

Esperando que la audiencia extrapole el ridículo siguiente ejemplo a variables más diversas y experimentos más complejos, una persona enseña a su perro a comenzar a comer cuando escucha la palabra "cómetelo". Intencionalmente dice palabras similares pero erróneas o incompletas como "mételo", o "com", y le impide comer hasta que escuche la palabra completa. La persona piensa que logra lo que intenta porque el perro ya atiende el comando correctamente en el 100% de los experimentos. Lo que el humano no notó es que cada vez que pronuncia bien la palabra él mismo abre más los ojos y emplea un tono distinto. El perro percibió todas las variables pero el humano sólo se concentró en la auditiva. Otros seres humanos repiten el experimento, y por el bien de nuestro ridículo ejemplo, todos cometen el mismo acierto/error y creen que la variable audititiva fue la única involucrada. En algún futuro alguien cambia una de esas variables y nota que el experimento ya no funciona, hasta que descubre la nueva variable, los ojos o el tono, y la involucra en el experimento, dejando aún pendiente una de esas dos variables que no detectó. La humanidad vuelve a aceptar este nuevo absolutismo sin humildad y el resto de los seres humanos no educados sólo la aceptan de forma religiosa.

Es sencillo mostrar lo peligroso de esta actitud con un ejemplo menos absurdo, cuando los gobiernos aplican vacunas de forma masiva hasta que descubren que enferman más de lo que curan. Cuando se descubre que un científico fue patrocinado por la industria cárnica para asustar a los ciudadanos no educados y que acepten de manera religiosa el consumo de carne como algo vital, haciendo a un lado la historia de muchos de sus antepasados que ni siquiera conocían esos animales que ahora creen indispensables comer. Otro pseudocientífico puede hacer algunos estudios y afirmar de lo que son y no son capaces las mujeres y los hombres de hacer, y por ende ser aceptado por la mayoría y limitarse.

Un científico de verdad, una persona inteligente de verdad, jamás va a creer absolutamente que sabe, siempre dejará margen a las variables que puede desconocer, sin perjuicio de la practicidad que le permita llevar a cabo, ahora mismo, con el conocimiento que posee, lo mejor posible, sus actividades diarias y las más importantes... con humildad.

Lennarth Anaya

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