La amargura y la candidez

Las mentes diminutas no se indignan, se amargan o se vuelven cínicas e indiferentes.

Las mentes diminutas son profundamente débiles y optan por elecciones sencillas y viserales. Toman posturas inmediatas que les ayudan a tener un sentido de control, "me amargué o me inmuté por decisión propia". No pueden entender la rabia del honesto, una vida no les basta para entender, necesitan que otros arreglen los problemas de todos. Esas mentes sólo están viviendo las condiciones que el vil y el virtuoso propician en su mutua lucha.

Lennarth Anaya

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