Blasfemia

Una criatura tan indefensa e inocente, como un niño, incapaz de levantarse del banco en el catecismo a cuestionar con energía lo que se le está induciendo si alguna idea le surge, ¿y no ve usted que esti esté mal?

Usted, madre, padre o tutor de una inocente criatura, cuya confianza ciega está depositada en usted, cuyas expectativas a futuro dependen de lo que usted le enseñe, ¿no logra vislumbrar el grave daño que le causa a un niño al llenarlo de temores y fanatismos, limitando su intelecto y reduciéndolo a la esperanza de que "el día prometido llegue"?

Puede usted enseñar los nobles valores que seguramente todas las religiones tengan; como no dañar a nadie, independientemente de su especie; o respetar a la mujer tanto como al hombre y permitirles estudiar y ser tan iguales y capaces como cualquier hombre; puede usted enseñarles a respetar a la infancia como algo sagrado, sin un repugnante acoso sexual infantil que algunos mal pensados denuncian; o enseñarle a no discriminar por trivialidades como su preferencia sexual o su raza; entre muchas otras virtudes que seguramente enseñan las religiones del mundo.

Me asombra que no vea lo factible de enseñar todo esto sin enseñar al niño a someterse a una deidad y al grupo que la inventó, me asombra que piense usted que es algo bueno enseñarle a un niño a hacer o no hacer cosas por temor de Dios, en vez de por convicción.

No concibo como inofensivo esta manipulación y enfoque tan bizarro de cómo la virtud debe ser desarrollada, para mi es más grave de lo que los religiosos casuales, o incluso los ateos, piensan.

Lennarth Anaya

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