Carmen Aristegui sale de MVS

 Regresa el PRI, el Kukuxklan, al rato vamos a ver el Nazismo, luego el machismo... y todo por baby boomers que quieren ser eternos adolescentes, embriagados de felicidad en coches último modelo para los que la historia y la moral son una dulce barra de chocolate que sirve para balancear las complicadas matemáticas en la escuela y sentirse que "se hizo algo en el día".

 Durante el periodo electoral del 2012 pude admirarme de las brillantes mentes que acompañan a mi generación. Un par de ex-amigos banagloriando a "Enrique Peña Nieto" como su nuevo "señor presidente". Sus razones habrán tenido, uno por la promesa de una tajada para uno de sus familiares si el PRI regresaba a la presidencia, el otro, pues no'más por ignorante.

 Después de una serie de marranadas, encerrar al Dr. Mireles por defenderse, dejar libre a Raúl Salinas y a Quintero, liberar a Patishtán ya moribundo y a Hipólito Mora, junto con un sicario que bien podría quitarle la vida. Resultó que el equipo de reporteros de Carmen Aristegui evidenció a su alteza y sus amigos de la secu por, suspicazmente, haberse hecho de costosas casas con una compañía que incidentalmente también es proveedora del gobierno federal (y del estatal desde los tiempos en que Peña Nieto era gobernador del Estado de México); resulta que MVS por fin encontró una excusa para quitar del aire a la periodista y su equipo y poder cumplir así con los compromisos de un gobierno que bien pudo extorsionarlo con las concesiones de las frecuencias que utiliza la compañía, o simplemente sobornarlos con jugosas concesiones a futuro. La excusa fue el empleo del nombre de la compañía con un proyecto llamado MexicoLeaks.mx. De ahí se derivó el que la periodista exigiera su regreso y que terminara todo en que la compañía exigiera a la periodista que no exigiera nada.

 El punto es que no importa lo que se escriba en los libros de historia, ni en los blogs, los jóvenes ociosos del futuro van a ver la censura de una periodista como algo que no les afecta, y no van a ver en qué forma les afecta lo que ocurre a su al rededor, hasta que un día alguien les va a dar un fuetazo en la espalda por no decir las palabras que de él o ella se esperaban, y entonces van a ver que levantarse ante un monstruo que se dejó crecer tanto es más difícil, que haberlo contenido cuando éste era todavía un infante.

Lennarth Anaya

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