Pues es bastante fácil evitar las manifestaciones que incomoden a nuestros virreyes, ¿no?
Dicen que eran 50 bárbaros los infiltrados, otros dicen que eran 200. Los pacifistas eran miles. Aunque entiendo el pánico que debe causar un carnicero con macanas u otro con bombas molotov, no puedo dejar de pensar en lo fácil que fue. Observar que están maltratando a un anciano, a una señora con sus niños, gente buena ilusionada pidiendo una sociedad mejor, y encima de todo eso aplicar la filosofía individualista, "sálvese quien pueda", huir a como dé lugar, no mirar atrás, que los zorros cacen a las ivejas resagadas, tirar a la basura una inmensa organización y sentar como antecedente la forma de lograrlo.
Aunque creo que los impuestos serían una forma efectiva, rápida y menos riesgosa de lograr cambios, y entiendo la dificultad de lograrlo porque se necesitaría la cooperación de las apáticas clases acomodadas; es ridículo que lastimar el oído de las tiranías con el sólo hecho de caminar y decir algo se haya ahora consagrado estúpidamente por las fuerzas policiales como suficiente para arremeter a palazos. Algo que ya se veía muy mal, ahora se va a ver bien.
Los anarquistas no infiltrados que en verdad piensan como actúan, ¿por qué actúan a la sombra de la masa si en verdad "tienen tantos huevos"?, como decían unos en audios que difundió Carmen Aristegui.
Antes de aventar a un individuo al ring hay que prepararlo, educarlo. Gente sin sentido común es solo carne de cañón que sirve a los intereses de alguien más y queda a merced de las fuerzas políticas que se están enfrentando. Sólo la inteligencia sirve, pero la masa desprecia la inteligencia y sin ella desea participar.
Lennarth Anaya
Comentarios