Reprimir manifestaciones

20 de Noviembre del 2014, México D. F., manifestación dispersada en que se pedía la renuncia de Enrique Peña Nieto por caso Ayotzinapa

Pues es bastante fácil evitar las manifestaciones que incomoden a nuestros virreyes, ¿no?

Dicen que eran 50 bárbaros los infiltrados, otros dicen que eran 200. Los pacifistas eran miles. Aunque entiendo el pánico que debe causar un carnicero con macanas u otro con bombas molotov, no puedo dejar de pensar en lo fácil que fue. Observar que están maltratando a un anciano, a una señora con sus niños, gente buena ilusionada pidiendo una sociedad mejor, y encima de todo eso aplicar la filosofía individualista, "sálvese quien pueda", huir a como dé lugar, no mirar atrás, que los zorros cacen a las ivejas resagadas, tirar a la basura una inmensa organización y sentar como antecedente la forma de lograrlo.

Aunque creo que los impuestos serían una forma efectiva, rápida y menos riesgosa de lograr cambios, y entiendo la dificultad de lograrlo porque se necesitaría la cooperación de las apáticas clases acomodadas; es ridículo que lastimar el oído de las tiranías con el sólo hecho de caminar y decir algo se haya ahora consagrado estúpidamente por las fuerzas policiales como suficiente para arremeter a palazos. Algo que ya se veía muy mal, ahora se va a ver bien.

Los anarquistas no infiltrados que en verdad piensan como actúan, ¿por qué actúan a la sombra de la masa si en verdad "tienen tantos huevos"?, como decían unos en audios que difundió Carmen Aristegui.

Antes de aventar a un individuo al ring hay que prepararlo, educarlo. Gente sin sentido común es solo carne de cañón que sirve a los intereses de alguien más y queda a merced de las fuerzas políticas que se están enfrentando. Sólo la inteligencia sirve, pero la masa desprecia la inteligencia y sin ella desea participar.

Lennarth Anaya

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