Deambulante

Sin el compromiso social que tenemos con la familia y cercanos, culturalmente únicos que merecen nuestra atención y únicos que nos la ofrecerán. Nos atamos a ese territorio geográficamente cercano a aquellos en quien encontramos un poco de empatía a quien retribuirla. Nos volvemos "de un lugar" en el que "lo tenemos todo", difícilmente nos podemos desplazar libremente por tantas posesiones que cuidar; visitamos otros sitios en los que somos bienvenidos en tanto nuestra visita mejore la economía local, pero somos considerados foráneos.

Con desdén mira ese foráneo el lugar, de pueblo bicicletero no lo baja. Bendita la tormentosa ciudad de la que proviene pues el idiotizante ajetreo no le deja ni pensar en su aburrida existencia, por lo tanto, ya no es aburrida.

Debido al remanente temor de la escasez de agua y alimentos ancestrales nos sujetarnos al espacio. Qué cosa más triste son las raíces que atan a un majestuoso árbol a pasar, aunque dignamente, toda su existencia al mismo lugar.

Los melancólicos huecos dejados por virtuos@s viajer@s serían llenados por otros virtuos@s viajer@s que anduviesen también deambulando.

Lennarth Anaya

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