Esclavitud

Sería terrible que alguien me dijera qué debo estudiar, a qué debo dedicar mi vida, en dónde estoy obligado a vivir, la forma en que debo aportar a la sociedad. Prohibido tener sueños distintos a los que dicte la revolución. Mantener al holgazán, al apático que hace las cosas sin calidad y tendría yo que soportar el pésimo servicio de Internet que seguro me proveería.

Tan terrible destino provoca que su principal antagónico sea incuestionable, casados con el menor de los males, que sigue encerrando la inocente semilla del mal: tenerlo todo sin realizar ningún esfuerzo.

Robert Baldwin lo comentó en el programa de Keiser Report, "Antes el trabajo era ennoblecedor, ahora es un idiota quien trabaja, los ricos no trabajan".

Alguna vez discutía con una ex-novia sobre la posibilidad de que las máquinas trabajen para la humanidad, que el progreso conlleve bienestar en vez de malestar y depresiones económicas que idiotamente afecten a los seres vivos. Ella me respondió que quién se haría cargo de darles mantenimiento a esas máquinas. No supe qué responderle, me pareció un muy buen punto, pude haberle dicho que yo, pero solo no puedo.

La característica principal, compartida en todas las culturas de la humanidad, que denota riqueza no son las alhajas, sino el tener fuerza de trabajo a su disposición, poseer el resultado de ese trabajo sin esfuerzo. Así doblegamos deslealmente a las bestias, sin importarnos su bienestar, sólo el nuestro, y después las traicionamos cuando no las necesitamos, no nos interesa la existencia de lo que no sirve a nuestros fines. Así se fundaron naciones, a base de esclavizar, luego esclavizaron humanos que hagan el trabajo que los bien posicionados quieren que se haga, pero que no quieren hacer.

Me vuelvo víctima del hombre más rico del mundo, que me brinda un servicio de Internet de mala calidad; o en el compañero de trabajo, de este país y de cualquier otro, que hace su labor al mínimo indispensable para cubrir el estándar que le están imponiendo en el modo de producción actual, digno de un comunista ocioso que lo hace porque lo tiene que hacer, con los estándares que se le impongan en ese modo de producción. El problema no es el sistema, sino el esclavo. Así como hay capitalistas de alto desempeño, que no son los más, lo mismo ocurriría en el otro modo de producción, porque los esclavos no queremos ser esclavos, sino esclavizadores.

Nuestra economía, sin importar el modelo, lleva implícita violencia que disfrazamos de formas elegantes para necesitar emplear al mínimo la violencia física más primitiva. Nuevos mesías están naciendo expresándose en contra del Capitalismo, lo cual era impensable hace unos 10 años, pero explotan cuando les demuestras el error sistemático que están cometiendo repitiendo. Poseedores de la verdad absoluta, no podemos evitar desear el control sobre los demás. Cada vez somos más sutiles, antes decían las familias acaudaladas "¿cómo voy a florecer sin esclavos?", ahora la palabra esclavo cambió por "mano de obra barata", los neo libertarios lo dirán mañana con otro calificativo, pero siguen pensando en obligar a las personas a beneficiar, lo que en todos los modelos incluyendo al individualista, llaman: el bien común.

Es nociva esa manía [que comparto] de no encontrar paz si no se encuentran nuevos retos y la [que no comparto] de creer que el prójimo es un regalo que Dios les envió para saciar sus codicias. Llaman mediocre al que es feliz, que para mi es mediocre sólo si no es feliz. Inventan gobiernos que cobran por existir, de manera que nadie se quede ocioso, jugando a convencer a las masas para ver qué reglas de esclavitud serán jugadas.

Si pudiese regresar el tiempo a aquella tarde que mi ex-novia me preguntó quién daría mantenimiento a las máquinas que trabajaran por nosotros, le diría que los mismos que lo hacen ahora.

Lennarth Anaya

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