Vividores e inseguros, gente no muy brillante

En este horrible mundo en donde el más fuerte era el que dominaba, la inteligencia y no la brutalidad resultó ser esa fuerza que nos distinguía. Un nuevo terror apareció, ya no era el más enclenque el que sentiría el pavor de ser relegado al fondo de la escala social... sino el más tonto.

Una especie cuyas mayorías históricamente han preferido invertir sus vidas en bailes y religiones, ideando historias y miles de deidades, en vez de procurar entender realmente su realidad; una especie que huye al pensamiento y trata de formarse una opinión cuanto antes para cerrar paso a la duda, aunque su certeza carezca de fundamentos. Imagine a esa especie expuesta a esta nueva realidad tal vez más brutal, porque la fuerza física es algo que seguro se puede conseguir con tiempo, dedicación y alimentación con total certidumbre; pero la inteligencia no es así por ser intangible, no se tiene la seguridad de acercarse al éxito de una deducción sólo por pasar más tiempo leyendo o mirando un experimento, pues se presta a la mala intepretación. La gran frustración que a temprana edad provoca descubrir errores en la predicción de eventos después de tiempo de dedicación convierten al pensamiento en un demonio espantoso. Encima, la inseguridad, mejor distintivo para la humanidad que la falta de pensamiento, hace que los pocos con logros en el pensamiento se vuelvan unas divas que se miran al espejo y ven a un ser falto de amor cuya autoestima pende de su ventaja intelecutal, un hilo de nylon que puede romperse cuando la comprensión del mundo arribe en cualquier momento para los individuos con los que comparte espacio/tiempo, perdiendo así lo que consideran que es lo único que les hace ser especiales. Pensando que les favorece mantener al resto ignorantes, procuran discretamente acrecentar el miedo al pensamiento en vez de promoverlo y facilitarlo.

Para subsistir en este nuevo sistema, también terrorífico, la memoria juega un papel importante, pues se confunde fácilmente con el pensamiento. Si bien se requiere pensamiento qué memorizar, éste puede ser generado por terceros y sólo ser memorizado, sin necesariamente ser comprendido a cabalidad. Los individuos pueden entonces alegar que merecen condiciones más favorables de vida como las de aquellas mentes que están innovando la tecnología del mundo. En su mente parece que su proceso de memorización les ha hecho fuertes, y de eso se suponía que se trataba esto; luego entonces se sienten traicionados.

Fastidiados por esos vividores, se inventó la desigualdad, porque uno no tiene por qué estar suplicando a alguien que desarrolle su potencial humano. Pero no son los grandes científicos los que, como debió ser obvio en una civilización regida por la inteligencia, sino los jugadores de baraja, otros vividores amantes del caos y el azar, que adoran ganarlo todo con poco esfuerzo en un golpe oportuno, que llaman oportunidades a las injusticias y que también están resentidos con los genios que tantas otras veces les demostraron en su infancia lo que es la frustración de no ser el mejor. Ya no es la fuerza bruta, ni tampoco la inteligencia, sino lo que astutamente llaman "astucia". Obviamente, perro no come perro, de ahí la fuerza de esta nueva forma de organización.

No es mi intención ser injusto, les reconozco la fuerza de carácter que los empuja y los lleva convencer a tantos sin talento a trabajar sobre una misma meta, pero es evidente que si las masas estuvieran pensando en vez de inventar bailes y religiones, no sería necesaria ésta insensible figura tan alabada en los últimos siglos y sólo quedarían los verdaderos emprendedores, aquellos que construyen emporios con verdadero sudor en su frente desde la nada y en verdad aportan valor y hacen la diferencia sin necesidad de atracar a otros burgueses o intelectos.

Lennarth Anaya

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