Si yo hubiera vivido en el 68, también me aterraría cuestionar al Capitalismo y que sólo por ello me dijeran Comunista. A nadie le gusta que le metan unos trancazos, ni siquiera que lo señalen con el dedo las masas ignorantes fanáticas de TV.
Sin embargo, y no es el afán evitar el señalamiento de seres escasamente inteligentes, el Comunismo es un Capitalismo también, su única diferencia son los supuestos dueños de los medios de producción. Es otra parranda que considera al ser humano miserable en su existencia a menos que posea materia de la naturaleza transformada en cosas distintas, aunque le sean inútiles. Un ejemplo es la gente pobre, que acumula chorroscientas cochinaditas en sus casas para aliviar los síntomas de la miseria. Muñequitos de porcelana, artesanías de madera, cosas que tal vez en muy pequeña cantidad serían un bonito adorno. Las halajas, otro síntima infame del sentimiento.
Tanto Capitalistas, como Comunistas, desprecian a las culturas no materialistas. Con propagandas o bombas, lo primero y menos costoso, pero efectivo, que funcione, van a emplear para procurar la miseria mental que haga que todos los pueblos del mundo abandonen sus amadas tierras y las entreguen a los intereses del ente voraz alienígena sobre-reproducido para transofmar al planeta.
Lennarth Anaya
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