Manejo de sobrepoblación, para Hitler


Alemania cuanta anualmente con un
aumento de población que asciende, más o menos, a 900.000 almas, de manera que la
dificultad de abastecer la subsistencia de este ejército de nuevos súbditos tiene que ser
año tras año mayor, para acabar un día catastróficamente si es que no se sabe encontrar
los medios de prevenir a tiempo el peligro del hambre.
Cuatro era los caminos a elegir para contrarrestar un desarrollo de tan funestas
consecuencias:
1° Siguiendo el ejemplo de Francia, se podía restringir artificialmente la natalidad y
de este modo evitar una superpoblación.
La naturaleza misma suele también oponerse al aumento de población en
determinados países o en ciertas razas, y esto en épocas de hambre o por condiciones
climáticas desfavorables, así como tratándose de la escasa fertilidad del suelo. Por cierto
que la naturaleza obra sabiamente y sin contemplaciones; no anula propiamente la
capacidad de procreación, pero sí se opone a la conservación de la prole al someter a ésta
a rigurosas pruebas y privaciones tan arduas, que todo el que no es fuerte y sano, vuelve
al seno de lo desconocido. El que sobrevive a pesar de los rigores de la lucha por la
existencia, es entonces mil veces experimentado, fuerte y apto para seguir generando, de
tal suerte que el proceso de la selección puede empezar de nuevo. La disminución del
número implica así la vigorización del individuo y con ello, finalmente, la consolidación
de la raza.


Otra cosa es que el hombre por sí mismo se empeñe en restringir su descendencia y
haga que, en lugar de la lucha por la vida -que solo deja en pie al más fuerte y al más
sano- surja, en lógica consecuencia, el prurito de "salvar" a todo trance también al débil y
hasta el enfermo, cimentando el germen de una progenie que irá degenerando
progresivamente, mientras persista ese escarnio de la naturaleza y sus leyes.
Eso quiere decir que quien cree asegurar la existencia al pueblo alemán, por medio de
una limitación voluntaria de la natalidad, le roba a éste automáticamente el porvenir.

2° Un segundo camino era aquél que aún hoy oímos proponer y ensalzar con
demasiada frecuencia: la colonización interior. Se trata aquí de una idea bien
intencionada de muchos, pero al propio tiempo mal interpretada por los más y capaz de
ocasionar el mayor de los daños imaginables.
Indudablemente, la productividad de un determinado suelo es susceptible de ser
acrecentada hasta un cierto límite, pero no más que hasta un cierto límite y de ningún
modo indefinidamente. Resultaría entonces, que durante un tiempo más o menos largo se
podría compensar el aumento de la población alemana mediante una intensificación del
cultivo agrícola y de la consiguiente mejora del rendimiento de nuestro suelo; mas, frente
a esa posibilidad está el hecho de que generalmente las necesidades de la vida aumentan
con más celeridad que la población misma. Las exigencia del hombre en lo que respecta a
alimentación e indumentaria son mayores de año en año y no es posible establecer ya un
paralelo con lo que fueron, por ejemplo, las necesidades de nuestros antepasados hace
cien años. Es, pues, erróneo considerar que todo aumento de la producción supone un
crecimiento de población.

La naturaleza no conoce fronteras políticas, sitúa nuevos seres sobre el globo terrestre
y contempla el libre juego de las fuerzas que obran sobre ellos. Al que entonces se
sobrepone por su empuje y carácter, le concede el supremo derecho a la existencia.

Un pueblo que se reduce al plan de colonización "interior", mientras otras razas
abarcan extensiones territoriales cada vez más dilatadas sobre el globo, veráse obligado a
recurrir a la voluntaria restricción de su natalidad, precisamente en una época en que los
demás pueblos sigan multiplicándose permanentemente. Como sensiblemente por lo
general, las naciones más capacitadas o mejor dicho las únicas que representan razas de
valía cultural y que son conductoras de todo el progreso humano, renuncian, en su
alucinación pacifista, a la adquisición de nuevos territorios, bastándoles con su
"colonización interna", en tanto que otras naciones de nivel inferior saben asegurarse
potestad sobre enormes dominios coloniales, tendría que llegarse a la lógica conclusión
de que el mundo será un día dominado por aquella parte de la humanidad culturalmente
rezagada, pero que es capaz de una mayor fuerza de acción.

...

3° Podrían adquirirse nuevos territorios para ubicar allí anualmente el superávit de
millones de habitantes y de este modo mantener la nación sobre la base de la propia
subsistencia.

4° O bien decidirse a hacer que nuestra industria y nuestro comercio produzcan para
el consumo extranjero, dando la posibilidad de vivir a costa de los beneficios resultantes.
No quedaba, pues, por elegir más que entre la política territorial o la colonial y
comercial.

 - Adolfo Hitler
   Mi Lucha


 El resto del capítulo, en el libro, explica los cálculos realizados para elegir la alternativa y los frentes que tendría que enfrentar.


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