La esclavitud de los tontos

Ya viene el día del chantaje, el día de las madres; del padre; Navidad, época de obsequiar; o el cumpleaños de no sé quién, con su respectivo agradecimiento público en sus redes sociales a todos los que al menos le felicitaron, resultándome ya hasta ofensivo esto que no involucra beneficios económicos para alguien, pero el sólo evento repetido sistemáticamente de felicitación me produce náuceas.

Considero falta de intelecto no ofenderse por ver anuncios regados por todos lados promoviendo falsos valores y falsos sentimientos, con el correspondiente eco de las muchedumbres, temporada tras temporada, año tras año, no se cansan ni se aburren, al repetitivo ritmo de una máquina de vapor se mueven sin incomodarse, sin pensar, con una felicidad hueca, una vida pedaleada por "el destino", con tal de no parecer relegado.

Lennarth Anaya

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