Libertad

Habla un personaje sobre la vida en una prisión, la rutina, la lentitud del tiempo, el deseo de mantener ocupada la mente, el encierro, la costumbre, el posterior miedo a la libertad. Al final los personajes principales se van a Zihuatanejo.

Me pareció tan familiar, a veces ya ni miro el camino rumbo al trabajo... y de todas formas llego. Ya ni escucho a la gente, ni ella a mi. A veces siento que no ha pasado el tiempo, aún habiéndose atravesado el fin de semana, son días en los que dedico mi esclavitud a otras obligaciones. En ocasiones con un poco de ejercicio se respiran aires de libertad; pero, con suficiente regularidad y disciplina, hasta eso se termina convirtiendo en un trabajo forzado. Atemorizados los unos de los otros, huimos a nuestras guaridas a encerrarnos. Nuestro espacio es muy limitado y estamos.conformes. Y si me fuese a Zihuatanejo un rato, luego a la sierra, sin temor a la intrascendencia, sin temor a no dejar legado, sin importar que no haga la gran obra, ser feliz con pequeñas obras. No es tan mala la penitencia de mantener descendencia si no fuese indispensable la seguridad, la cantidad, el encierro, lo inmóvil. Con una mujer de bellas caderas que, sin ser una genio, tenga sentido común, no sería tan pesado. No importa tanto el nivel educativo, los estudios y la falta de ellos no le quita lo idiota a la gente, sólo les da herramientas para conseguir las mismas vanalidades de una u otra forma. Tampoco se trata de seguir a los demás, ser un hermitaño no puede ser tan mala experiencia. Mientras escribo esto me miro, tirado en el piso, sobre mi bolsa de dormir, con perros recostados al rededor mío, uno observándome con su tierna mirada, otra mordiendo un madero. Miro hacia la cama y un perro acostado en ella y me recuerda el chiste de mi padre de que los perros duermen en la cama y yo en el piso. Recuerdo que alguna vez quise vivir así, porque detesto que me digan cómo se debe vivir, "la gente duerme en cama, los perros afuera, las casas tienen sala, los sillones deben tener cierta altura", ¿cómo saben qué postura necesito yo para descansar mi espalda lastimada por el foot ball?, además me gusta estar cerca del piso, delirios de grandeza con los que el ser humano desprecia el piso, tratando de alejarse de otras especies y de la perspectiva que da. También me gustan las alturas, dan otra perspectiva también.

En fin, no está mal mi vida actual, pero si no me había dado cuenta de que lo logré por esa prisión voluntaria, extrapolando la experiencia, lo mismo ocurrirá con todo lo que acabo de comentar cuando llegue el momento y mis perros se me adelanten Supongo entonces que son necesarios cambios a un ritmo más acelerado para evitar que la rutina y la disciplina los opaquen. Yo no creo que sólo las malas experiencias nos hagan valorar lo que tenemos.

Lennarth Anaya

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