Se necesita mucha estabilidad emocional, y es y ha sido escasa en las élites y las muchedumbres, para soportar la brutal realidad sin cerrar los ojos ni taparse los oídos, y a la vez no volverse loco, ni amargarse; pero tampoco volverse cínico ni insensibilizarse.
Mentes débiles prefieren cerrar los ojos e inventar fiestas y distraer a la mente con shows y con drogas legales o ilegales; escapando de una vida a la que, sin embargo se aferran, como se aferra el más indefenso mapache, pero que interesantemente no desean vivirla, ni aprecian los hermosos paisajes del planeta, que están convirtiendo en uno totalmente distinto. Necesitan el ruido en sus cabezas, tener sus mentes ocupadas, lejos del presente. Detestan el sudor y el agotamiento físico y mental, y sin embargo creen que quieren vivir.
Otras mentes, no tan cobardes, carecen de la facultad de sonreir, ya han visto demasiado y la esperanza se esfumó aún cuando ell@s mismos no se han esfumado y pueden ser el mundo de alguien indefenso. En el fondo el egoísmo y no la indignación son los que sustentan el resentimiento al mundo.
Tantas personas trabajando en ONGs, viendo cosas horribles, y no pierden la capacidad de sonreir y abrazar...
Lennarth Anaya
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