Maldita Democracia

Hagamos un ejercicio de Democracia. Dejo a votación la despiadada tortura de un conocido que tengo.

En ningún país democrático de estos días me van a aceptar esto, porque estamos sujetos a principios más básicos que la obediencia a la voluntad de las mayorías, porque en el fondo reconocemos que ni siquiera la opinión de la mayoría puede ser ciegamente aceptable.

¿Entonces por qué la, tan popular, lealtad a la opinión popular que se predica en estos tiempos, como si fueta algo tan bendito?

Por los autoritarismos históricos dirán, ¿pero en qué cabeza cabe terminar con un autoritarismo individual y transformarlo en uno colectivo?, si algo está mal, está mal aún el supuesto de que beneficie al mundo entero, ni el deseo ansioso del 90% de la población debería ser suficiente para tomar en consideración un pecado. La explotación del Nevado de Toluca, del Amazonas, de los animales; carajo, que una mujer árabe no tendría que estar convenciendo a las multitudes de su derecho a conducir un automóvil. Luego entonces la democracia es basura, la misma porquería, un vergonzozo y comprensible paso intermedio en nuestra evolución de la conciencia del derecho cuyo fin debe ser la toma de las decisiones basadas en el respeto de principios fundamentales que ni la propaganda más sofisticada puedan persuadir y jamás violar ni por minorías tiranas, ni por mayorías voraces.

Lennarth Anaya

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