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Don Lamazón, cuya trayectoria ha demostrado un esfuerzo por ser objetivo, no puede evitar que el sentimiento del deseo de la victoria lo acorrale, como a la mayoría, en sus propias alternativas y terminemos reprochando al deportista por haber hecho lo que hizo, y no lo otro, cuando habríamos reprochado lo otro si lo hubiera hecho, porque nuestro deseo es la victoria a como dé lugar, no el desempeño.
A veces no queremos darle el menor crédito al rival y nos enfocamos en: ganar o ganar, la infactible y dañina mentalidad de Lombardi, que primero echa a perder al público, y luego el público echa a perder al deportista.
Canelo mostró una madurez inesperada, jamás se abalanzó con desesperación sobre Mayweather, pero tampoco se echó para atrás. Fue superado sólo en velocidad, y el planeta entero alardea que fue superado completamente boxísticamente. Las ocasiones en que se colgó de Mayweather fueron porque aquel agachaba los cuernos y con ello obliga al rival a: pegarle en la nuca, recibir un cabezazo, o colgársele, como hizo el #Canelo. Y al separarlos, Canelo jamás bajó la guardia ni la prudencia, sabiendo de las malas mañas que caracterizan a Mayweather. Ojalà que Canelo pudiera leerme para evitar que la opinión de las mayorías le nuble su visión de su propio desempeño. Canelo hizo todo lo que estaba a su alcance y fue superado, tan tan, acepten carajo que el rival puede superarnos y ser mérito del rival, y no desmérito nuestro, porque esa misma mentalidad la refleja el mexicano en su día a día y por ello tenemos resultados rápidos no sustentables porque no damos la menor importancia al desempeño...
Lennarth Anaya
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