Matrimonio

Mujer:
"Ya te casaste, ya te chingaste. Tienes que hacer esto, no tienes que hacer esto otro, tienes que pagar esto, tenemos que ir con..., y no me rezongues, que las razones son para los libres y tú ya estas cazado (yo te cacé)".

Hombre:
"Te chingaste tú. Ahí te dejo, encerrada y aburrida, con los niños, latosos, llenos de energía. Yo me voy de parranda con mis cuates [y unas amiguitas], para soportar el martirio que tú soportas sobria. Sí pago lo que dices, con lo que me sobre de las pedas, pero ni se te ocurra pedirme para que te vayas a divertir, porque para esos lujos sólo para mi me alcanza. Métete a trabajar floja, pero a los niños ni me los descuides".


De los dos no se hace uno, pero el matrimonio no fue una decisión, sino la inercia de la vida, y de su mentalidad primitiva, la que los ata a compromisos que no deseaban, cuyos beneficios son los únicos que entienden, pero no así las obligaciones. Infantes a los que sólo el aparato reproductor les maduró y sólo viven para subsistir.

Lennarth Anaya

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