Es tan honesto y auténtico nuestro deseo de ser felices... que estamos en plena disposición, y lo demostramos, de aceptar cualquier acontecimiento para sentirnos realizados.
Lo malo es que elegimos teatros superficiales y mediocres, y despreciamos vivencias reales, por idiotas, por seguir la publicidad, la mercadotecnia, la opinión pública, la corriente pues.
Lennarth Anaya
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