Un costo innecesario

Letreros de colores muy bonitos adornan el comedor. Leyendas que aluden a los cánones de la empresa: Apertura, Confianza, Respeto, Sinergia, entre muchas más, si no son ignoradas, son leídas con desinterés por los colaboradores, como si leyesen la noticia de lo ocurrido en otra ciudad, algo ajeno.

¿Qué importan en estos tiempos los cánones, cuando la competencia internacional es capaz de absorber macro-proyectos enteros con tarifas extraordinarias a cambio de una calidad de trabajo igual a la mía?, ¿a caso los principios morales le darán de comer a las familias de los colaboradores?, ¿a la propia familia de la CEO?, ¿de los VRMs?

Si lo que dá de comer es SAP, pues vendemos SAP, si lo que dá de comer es el off-shore, pues vendemos off-shore. ¿Pero cuándo en la vida se va a creer que se puedan vender principios morales?

Luego entonces, no entiendo el despilfarro brutal de la empresa en souvenirs, pósters, organización de eventos y todo lo que conlleve las campañas de comunicación de los cánones y el ambiente organizacional. Parece un gasto absurdo la planificación de los beneficios de los colaboradores y los eventos sociales en los que sólo se socializa con quien se socializa en el día a día, si lo que dá de comer es el pan. Despilfarro en los salarios de Diseñadores, Comunicólogos, y las personas que integran el staff de Capital Humano. Ni ellos mismos, porque les conviene el éxito de las campañas para la permanencia de sus puestos, se creen lo que difunden y ven la interacción con los demás empleados como un mal necesario, como algo que hay que hacer pa'comer.

Invierten tiempo y recursos tecnológicos para cuestionarios de clima organizacional de los que de antemano se espera escuchar una respuesta que no incomode, ninguna queja que les saque de su zona de confort en las horas de trabajo que por desgracia deben pasar ahí.

La empresa, se convierte así, en un proyecto de corto plazo para las personas: para quienes son víctimas de abusos de poder de los pseudo-líderes de proyecto, lo mejor es salirse rápido; para los amigos de éstos, lo mejor es no encariñarse; pars los propios responsables de proyecto, cualquiera será mejor postor. ¿De qué sirve defender lo indefendible?, por mantener a corto plazo la estabilidad en los proyectos se sacrifica el largo plazo. La soberbia ni siquiera está bien fundamentada pues la calidad del trabajo no solo no es nada fuera de lo común, sino que hasta es baja. No pierde nada un cliente contratando los servicios de algún otro.

Se ahorran dinero no pagando demagogia aquella consultora de enfrente que concertó el fraude electoral del 2006 en las elecciones presidenciales mexicanas. No te prometen un trato lindo, ni siquiera un retiro digno, lo que te ofrecen es muy sencillo: efectivo, lo que dá de comer. A cambio debes dar lo mismo que en cualquier dado: algo que dé de comer.

No importa la rotación, al fin que suficientes cabezas de ganado hay, y suficientes establos también. No somos ninguna diferencia en el mercado, de nada sirve gastar en disimularlo.

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