Sacrificio para el éxito

Durante la etapa inicial los empresarios tienen que trabajar 24 horas al día, siete días a la semana. E incluso, a veces se ven obligados a trabajar durante meses o años sin sueldo.

Robert Kiyosaki
El Toque de Midas

Esta idea no es particular del señor Robert Kiyosaki, la he leído en muchos otros libros de superación, ventas y motivación para emprendedores, pero hasta ahora que lo vuelvo a leer y tengo Blogger a la mano puedo opinar.

Yo me pregunto, ¿por qué tanta mediocridad de los pro-capitalistas?, ¿por qué no trabajan 25 horas diarias?

Aunque que reconozco muchos males del capitalismo, lo entiendo y no puedo permitirme errores en mi desenvolvimiento en él. Durante el tiempo que fui Gestor de Proyectos de TI (el día de hoy no lo hago), siempre entendí la necesidad de satisfacer al cliente sin que implique pérdidas de un solo centavo para la compañía que me contrataba, ni para los empleados que estaban ofreciendo sus servicios al proyecto. Muchas veces me sugirieron los clientes redoblar esfuerzos para lograr más en el mismo tiempo planeado, "forzar un poco la máquina", me decían. Mi frase favorita para evitar esos malos pensamientos en mis clientes era "sí, claro, vamos a trabajar 16 horas durante dos semanas y a dormir 4 horas y 2 serán de traslado de ida y 2 de vuelta (así es en Mex. D. F.), pero aún así no lograremos el objetivo, necesitaríamos que el día tuviese 28 horas para que la misma cantidad de gente lográramos el objetivo". A los clientes no les apetecía cuestionar las leyes de la naturaleza, por lo que aceptaban que su capricho era inalcanzable y terminaban accediendo a rechazar nuevos requerimientos, o pagarlos como cambio al alcance para poder involucrar más personas. De cualquier forma, por experiencia propia sé que la calidad del trabajo disminuye dramáticamente cuando es desempeñado por personas cansadas, embotadas y hasta fastidiadas.

Mi punto es que los clientes aceptan las 24 horas como un límite inamovible. Las ideas de los pro-capitalistas son esclavistas, promueven la esclavitud de los empleados, promueven la esclavitud de los propios empresarios... un mundo sometido al servicio del mundo mismo, nadie se salva, una vida cuyo único significado es el desempeño de una actividad que produzca un bien al sistema, sin importar la diversidad de las necesidades de un ser tan versátil como lo podría ser el humano. La mediocridad de los pro-capitalistas les hace conformarse con enfocar todos sus sentidos únicamente en las actividades que su negocio comprenden; el arte, la filosofía, los deportes, la exploración del mundo, pasan a segundo plano, se convierten en personas que no pueden conversar más que de negocios. Si pueden dejar de comer, lo hacen, dejar de dormir, etc. No saben vivir, han perdido el enfoque.

No puedo dejar pasar la contraparte sindicalista, que pretende un estado de bienestar basado en la condescendencia con las personas holgazanas en las que se procura que las personas, de manera aún más mediocre, se dediquen a actividades específicas y repetitivas que requieren habilidades mínimas y garantizando una calidad de vida alta para las personas, como si los bienes y servicios que consumen no requirieran esfuerzo de otras personas para ser realidad. La extinta Luz y Fuerza del Centro, en la Ciudad de México, albergaba personas que trabajaban 15 horas efectivas A LA SEMANA y percibían sueldos y prestaciones superiores a las del promedio laboral.

El punto de equilibrio se alcanza sin perder de vista el sentido de vivir bien. Esforzarse al máximo durante un determinado tiempo para lograr producir bienes y servicios de calidad dedicando diariamente un determinado tiempo, sin excederme para poder desarrollar mi cuerpo, mente y espíritu, mover ese límite de 24 horas inamovible en la mente de los clientes, a 8 horas... y ser súperproductivo en ese tiempo, apostar a la genialidad para producir cosas mejores que "los matados" en el mismo tiempo y hasta con menos gente. Pero también evitar caer en nuestro estado de confort y, con el pretexto de vivir la vida, convertirnos en zánganos que sólo estén pescando la oportunidad de vivir a costa de los demás.

Por último, dicen que se puede trabajar sin ganar un centavo, pero dejar de comer también es una ley natural inamovible, entonces, lo que ganamos, al igual que el tiempo que invertimos, es también sujeto a percepción, no podemos permitirnos ganar menos de un mínimo que nos permita seguir existiendo, por lo tanto también podemos mover ese límite en nuestra mente a un nivel en el que podamos cubrir nuestras necesidades "mínimas", siendo la palabra mínima subjetiva y podría incluir "necesidades-innecesarias".

Lennarth Anaya


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