Chingar o ser chingado

En un mundo de chingones, de relaciones duras, presididas por la violencia y el recelo, en el que nadie se abre ni se raja y todos quieren chingar, las ideas y el trabajo cuentan poco. Lo único que vale es la hombría, el valor personal, capaz de imponerse.
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El servilismo ante los poderosos ... es una de las deplorables consecuencias... Su riqueza y su influencia  les permite sostener una mesnada de "lambiscones" (del verbo lamer). Otra consecuencia no menos degradante es la adhesión a las personas y no a los principios.
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El "macho" hace "chingaderas", es decir, actos imprevistos que producen la confusión, el horror, la destrucción. Esto le provoca una gran risa siniestra. El humorismo del macho es un acto de venganza.
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El atributo esencial del "macho", la fuerza, se manifiesta casi siempre como capacidad de herir, rajar, aniquilar, humillar. Nada más natural, por tanto, que su indiferencia frente a la prole que engendra. No es el fundador de un pueblo; no es el patriarca que ejerce la patria potestad; no es rey, juez, jefe de clan. Es el poder aislado en su misma potencia, sin relación ni compromiso con su mundo exterior. No pertenece a nuestro mundo ... Viene de lejos, está lejos siempre. Es el extraño. Ése es el modelo  -más mítico que real-  que rige las representaciones que el pueblo mexicano se ha hecho de los poderosos: caciques, señores feudales, hacendados, políticos, generales, capitanes de industria. Todos ellos son "machos", "chingones".

Octavio Paz
El Laberinto de la Soledad

Comentarios

Tauro Mx ha dicho que…
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Tauro Mx ha dicho que…
Referente al último párrafo, del que somos víctimas de nuestro propio comportamiento.

Los mamarrachos mexicanos quieren engendrar cuantos más niños puedan, en cuantas más mujeres sea posible, por "hombría", no porque quieran responsabilizarse de ellos y criar ciudadanos ejemplares. Dénle los placeres y beneficios, no las responsabilidades ni nada que cueste mucho trabajo.

¿Pero de qué se queja la mujer mexicana si ella misma así los prefiere?, mientras más llamativo e irresponsable, más le gusta sentirse deseada por él.

El resultado es una sociedad de niños descuidados que crecen como Dios les da a entender, mientras sus padres luchan por subsistir y hacerlos subsistir, reprochándose unas a otros todos sus defectos. Una sociedad que difícilmente mejora, y no entienden ni remotamente la razón y su complicidad.