Muerto el perro, se acabó la rabia

Su muerte, sépanlo bien, avivará las llamas del odio en los que no han vivido otra cosa que su mal entendido "Yihad".


El hombre quizá ha muerto, pero no su su maldad y poder de destrucción, esos siguen vivos.


Asesinar a un hombre no mata sus ideas. El dolor no sana inscitando más rencor y más violencia.


Fuente: Liliana Cruz

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