Depredadores

En un capítulo de un programa que se llama Fusión Salvaje, hablaban sobre un protector de cobras rey en la India que estaba buscando una reserva para evitar la extinción de estos animales. Una característica de esta cobra es que sólo se alimenta de otras serpientes, en particular, de serpientes "ratoneras". El señor que las protege hablaba maravillado de las características de la cobra: sobre su veneno; la forma en que crea sus nidos con hojas húmedas para mantener la temperatura exacta que requieren sus huevos; sobre la cantidad de serpientes que podían ingerir para no volver a comer en mucho tiempo, además se admiraba del tamaño de sus alimentos; sobre la dificultad de tener que alimentarla pues, para él, era una pena tener que darle serpientes de comer. Se le ocurrió la idea de mojar un ratón muerto en una esencia con olor a serpiente y dárselo a la cobra. Ésta lo mordió y el protector de cobras ofreció un poco de resistencia antes de ceder a dejarle el ratón para hacerle creer que estaba vivo.

Existen casos como éste de personas que protegen "magestuosos" depredadores, que conviven con ellos, los admiran e incluso sienten mucho afecto por ellos. Como el protector de Tigres de Bengala, que tenía que adquirir muchos kilogramos de carne de res para poderlos alimentar.

Habla muy bien de alguien sentir compasión por otros que están por extinguirse, pero me parece un poco contradictoria esa compasión si no se siente por el propio alimento de esos animales. ¿A qué se debe esta inconsistencia? Algunos ciudadanos decimos que amamos la libertad de los animales, que repudiamos su sufrimiento, sin embargo alimentamos a nuestros perros con alimento de origen animal. Con excepción de los Hindúes, que aprecian a un animal vegetariano y no violento, tal parece que sólo apreciamos lo que tiene el poder destructivo, como si apreciáramos el acercamiento a algo que nos podría causar daño y no lo hace, como si admiráramos el poder del animal para sutilmente admirarnos a nosotros mismos, como si lo majestuoso sólo fuera lo violento.

Nota: En el caso de los Hindúes, aprecian a la Vaca por la gratitud por obtener un beneficio de ella, lo cual es similar al aprecio que sentían los mayas por el Maíz; entonces realmente no están apreciando al ser, sino lo que se puede obtener de él para sí.

Pregunte usted a un niño cuál es su animal favorito... la mayoría le dará el nombre de algún depredador. Piensan que el animal "más chingón" es el que puede aniquilar a los demás; los niños que respondan el nombre de algún animal vegetariano como su favorito, seguramente elegirá a uno fuerte, uno con alta capacidad defensiva, como los toros, los búfalos o los elefantes. Es obvio entonces que el terror de ser el débil sigue presente de manera intensa en los seres humanos (que se supone que somos racionales y tenemos el poder para transformar nuestra realidad) y tratamos de identificarnos con aquello que es poderoso. ¿Qué admiración pueden ocasionar un pollo, un cerdo o un burro, cuya existencia parece significante sólo por su delicioso sabor según las masas atolondradas? Estas especies bonachonas no tienen siquiera la fortuna de parecer agraciadas al ojo de las muchedumbres, como los conejos o los koalas. ¿Qué podemos esperar de nuestras relaciones interpersonales con esta cultura de admiración de la violencia? Imagine usted la clase de problemáticas sociales que tendríamos que resolver (en lugar de las que tenemos actualmente) si admiráramos los aspectos pacíficos de los seres, la gracia de sus existencias, más allá del mentado poder que todos tenemos en la cabeza, todo el tiempo, hasta el aburrimieto y la enagenación, en los días en que fue escrito este artículo.

¿Qué tanto bien nos haría resucitar un Tiranosaurio Rex para admirar su "majestuosidad", mientras tememos a que se escape porque podría devorarnos a varios de nosotros antes de atraparlo?, porque nos parece lógico darle carne de res periódicamente a un cocodrilo en peligro de extinción (o a nuestros perritos), pero nos parecería abominable que cualquier ser humano se siga considerando un eslabón intermedio de la cadena alimenticia.

Sentí mucha aflicción al ver el final de la película Earth, cuando el oso polar macho no pudo conseguir alimentarse y pereció, manifestando síntomas de hambre y ansiedad. Es terrible que tenga que morir uno, para que viva otro, me parece horrible que además tenga que hacerlo sufriendo. Es lo que tanto detesto de la naturaleza. Con nuestro cerebro podríamos hacer algo al respecto (aunque desatando otros males), por ejemplo: cambiando las necesidades alimentarias de las especies genéticamente o por medio de la costumbre; podríamos optar por la extinción de los depredadores e idear métodos no violentos de control de la población de animales vegetarianos; etc. Quien juzgue esto como algo aún más abominable, al menos estará de acuerdo en que es injusto que seamos el árbitro de las especies y que esclavicemos a unas que no admiramos, para alimentar a otras que admiramos, restándoles a las primeras la oportunidad de vencer en la lucha por subsistir, oportunidad que tendrían si no existíeramos y siguieran luchando depredadores y vegetarianos de forma natural y primitiva...

Tauro Mx
Enero, 2011       

Comentarios