Autoritarismo encarnado

Se dirige a un salón de clases un profesor muy respetado por sus alumnos, brillante por su cultura, imperfecto como cualquier ser humano. Su trayectoria han cegado su tradicional humildad, aunque conscientemente se dirige con respeto a todas las personas, repentinamente hace ligeras bromas de supremacía de su persona sobre sus alumnos, "ilústrense con mi cátedra jóvenes", les comenta mientras espera que absolutamente nadie le responda con otro chistorete, para no ganarse su enemistad.

Ha olvidado el significado real del proceso de aprendizaje. Reprende y trata con indiferencia a cualquier alumno que falla en la entrega de sus trabajos, cuando llegan tarde a un examen, cuando faltan a su clase; incluso esto último lo hiere un poco, sin darse cuenta, toma como una ofensa personal una inasistencia, un desdén hacia su cátedra. "Quién quiere, puede", se dice así mismo cada vez que debe ser estricto con un alumno.

Con el paso del tiempo, ha brindado mayor peso de evaluación a determinados criterios que son ajenos al verdadero aprendizaje, como "participación activa" (productiva o no, no interesa), asistencia, "buen comportamiento" y sin darse cuenta, la opinión del profesor sobre la personalidad del alumno interfiere en su objetividad al evaluarlo, "éste es luchón, merece un empujonsito", se dice así mismo cuando evalúa a un alumno al que le cuesta trabajo el estudio, pero que ha aprendido a tener contento "al viejo".

El profesor, un Sociólogo que ha participado en simpósiums internacionales, ha criticado severamente el totalitarismo de los países latinoamericanos de las décadas que antecedieron el año 2000. Ha analizado con lujo de detalle los comportamientos de sistemas totalitarios y hasta es capaz de identificar síntomas imperceptibles que pueden alertar sobre una dictadura potencial de cualquier gobierno que apenas inicie su gestión.

Esta viveza en su observación no la puede cristalizar en todas sus vivencias, no recuerda las épocas en que sus padres esperaban de él exactamente lo mismo que se debería esperar de cualquier otro individuo, descartando la individualidad que lo hacía especial; tampoco puede ver detectar síntomas de autoritarismo en una niña que obliga a su perrito a realizar un determinado truco que le hace parecer chistoso; o en la madre de familia que parece no escuchar la opinión de otras vocales en la escuela de sus hijos y persiste en su opinión con un tono de voz agudo y volumen alto, abundando en argumentos sobre los inconvenientes que ocasionan a ella y sus hijos la decisión que el resto debate; o en la sociedad en general, acostumbrada a que las cosas sean de la forma en que siempre han sido y no toleran que existan personas que puedan disfrutar la misma calidad de vida que ellas habiendo hecho de su vida lo que ellas quisieron, sin escuchar los dogmas que su cultura le intentaron imponer.

"El éxito requiere disciplina", se repite así mismo cada vez que observa a una persona obligando, literalmente, a otra a realizar una actividad justamente como le indique. A lo largo de su vida ha pasado del papel del "pupilo", al de la persona responsable de los demás, por lo que se entiende su percepción de sí mismo como eminencia, cuya experiencia le respalda para ser escuchado y seguido, digno de no ser juzgado. Escucha, pero parece que a medias, se nota por la persistencia de sus argumentos sin sustentarlos de forma clara contra los nuevos argumentos que le son presentados. Quienes le rodean, por supuesto que lo que menos quieren es meterse en problemas con la "autoridad", por lo que se adaptan al carácter de esta persona de autoridad para "tener éxito" durante el efímero momento de su vida que tendrán que lidiar con ella.

El político que, por el bien económico de la nación, entrega los recursos naturales a particulares sin atender las súplicas de los pobladores que los disfrutan sanamente, sin haberle (1)podido encontrar una forma de explotación económica; o que endeuda a su pueblo para salvar un sector privado (2)libertino; creció y se educó en esta maquinaria autoritaria, sin juzgarla, aprendiendo de ella por donde volteara y que hubiera seres humanos negociando lo que será y no será. Mientras los seres humanos se convenzan, abiertamente o en silencio, de que es aceptable algo que conviene, acorde siempre a la resistencia que puedan oponer las partes involucradas, beneficiadas o afectadas, en lugar de someterse al logro de objetivos por los medios que no afecten a absolutamente nadie; mientras se interponga el ego de quien dirige, en lugar de regir los objetivos y el respeto al prójimo; seguirán existiendo opresores y oprimidos.



Todo autoritarista cree tener la razón; todo autoritarismo tiene síntomas que podrían parecer imperceptibles; todo ser humano que aspira a la libertad, pero que esté cegado por el autoritarismo, puede notar estos síntomas en los demás, pero no en sí mismo; desafortunadamente, el ser humano promedio no tiene la facilidad para generalizar y eso hace lenta su evolución.




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(1) O seguramente, sin haberlo deseado.
(2)Y que de no haber rescatado, de todas formas hubiese afectado a la población, por relevancia que tenía la participación en la economía del sector en problemas.

Tauro Mx

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