El gran experimento
¿Quién dijo que el día de “Thanksgiving” o día de acción de gracias es para agradecer el poder de consumir?
Que no se interprete que estoy sugiriendo que consumir es malo. Parte de nuestra libertad de vivir en un sistema de oportunidades es tener opciones y posibilidades.
El punto es otra cosa. La verdadera historia de “acción de gracias” no fue un experimento de dar gracias por consumir más, sino celebrar que cada uno de nosotros podemos poseer los beneficios de nuestro trabajo, nuestro ingenio y labor.
No es el teléfono, el juguete, la computadora, la ropa o el auto que podemos comprar lo que estamos agradeciendo. Aplaudimos que esos que deciden crearlo y producirlo pueden disfrutar del beneficio sin que nadie se lo impida.
Todo comenzó con un experimento.
Estamos hablando del siglo XVII, cientos de años atrás. Un grupo de inmigrantes ingleses ilegales pidieron permiso de establecer una colonia en el norte de Estados Unidos. Buscaron financiamiento de capitalistas de riesgo para comprar dos barcos y lo pagarían con lo que producirían.
Cuando llegaron, descubrieron que la cosa no era tan fácil como se pensaba. Enfermedades, soledad, un ambiente hostil y ni idea de cómo alimentarse.
A través del contacto con los nativos, entre ellos varios que sabían inglés, fueron estableciendo relaciones comerciales. En el intercambio de ideas aprendieron cómo cosechar, cazar animales para comer e incluso hacer palomitas de maíz.
¿Cómo alimentar a la población? Los líderes idearon un sistema comunal donde todos producirían para todos; el resultado se daría a la comuna y se distribuiría en partes iguales. Todos sacarían lo necesario, no lo que quisieran.
Pero el sistema no estaba funcionado. No llegaba suficiente mercancía para todos. ¿Por qué? Algunos pensaron que no tendrían que trabajar porque si la repartición sería igual para todos, era económicamente más eficiente no trabajar que trabajar. ¿Sembrar? Que lo haga el otro. ¿Cosechar y mover la carreta al mercado? Que lo haga el otro. Sólo irían a la fila cuando tocase la ración.
Aquellos que soñaban con tener más, que querían trabajar y producir, se dieron cuenta de que ellos serían los burros que llevarían la carga de la producción. Tendrían que trabajar para beneficiar a los que no trabajaban y su ganancia estaría limitada a un racionamiento.
No había motivación para producir.
El gobernador de la colonia, William Bradford, se sentó con sus consejeros y concluyó que el experimento no estaba ayudando.
Decidieron poner en práctica otro sistema: darle a cada familia una parcela de tierra, de acuerdo con su número de integrantes, y que cada uno produjera lo que quisiera. En otras palabras, confiar en la capacidad y el ingenio de cada grupo. Aunque en aquel entonces la tierra no era privada, madres, hijos, esposos, familias enteras se pusieron a cultivar cada pedazo que le tocaba. Cada uno buscó su ventaja competitiva y se dispuso a trabajar porque sería el dueño del resultado de su labor.
El saldo fue positivo. Así agradecieron a Dios porque les permitió sobrevivir y prosperar en un lugar desconocido y difícil, que sería su nuevo hogar.
William Bradford nos dejó sus pensamientos en el “History of Plymouth Plantation” (c.1650), donde relata el primer experimento económico en las Américas, un ensayo que marcó un precedente para las futuras generaciones.
Gracias a aquellos inmigrantes tenemos la oportunidad de gozar hoy de libertad y oportunidad económica.
Gracias a Dios por darnos la capacidad de crear sistemas que nos permiten desarrollar nuestro potencial sin ponernos límites. Que no importa si eres grande, pequeño, tu nariz fina o ancha, si tienes el pelo rulo o lacio, claro u oscuro, para disfrutar de los beneficios de tu trabajo, ingenio y labor. Gracias por premiarnos por lo que hacemos y no por quiénes somos.
El día de acción de gracias es un recordatorio de que ese pavo que está en la mesa, el maíz, la papa majada, la bebida, los regalos, la luz y todo lo que gozamos hoy, es parte de un gran experimento que comenzó hace siglos, y que no le niega a nadie la oportunidad de desarrollar su potencial.
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